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Ordenar la
oficina para así poder encontrar las cosas.
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Comprar un
nuevo sofá o en su defecto aprovechar la habitación vacía.
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Cambiar el
cristal de la ventana de mi apartamento (qué está algo
guarro de tanto poner cruces de papel aislante para avisar
al confidente de turno).
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No renovar la
suscripción a la revista playboy.
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Venderle a
Frohicke mi colección de vídeos porno y darle finalmente esa
sorpresa que le prometí el año pasado.
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Darle la razón
a Scully al menos una vez al mes.
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No botar la
pelota de baloncesto en el apartamento.
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No llamar a
Scully a las tantas de la noche para decirle que hay que
investigar algún que otro exediente x.
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Hacer buenas
migas con mis compañeros del FBI, empezando por Krycek.
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Intentar que
mis confidentes no mueran a manos del “caso” que estoy
investigando.
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Ver más a mi
madre.
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Autoconvecerme
de que la verdad nunca estuvo allá afuera.
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Intentar
llevarme bien con Bill Scully.
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No mezclarme
en conspiraciones internacionales para acabar con el mundo.
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Devolverle a
Scully sus óvulos.
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Convencer a
Scully de que prefiero la cerveza al té helado.
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Comprar comida
para que la nevera no esté siempre vacia.
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Mirar la
caducidad de los zumos que guardo en casa.
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No dejar la
oficina perdida de semillas de girasol.
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Confiar más en
los demás.